viernes, 28 de mayo de 2010

Soliloquio

No sé, no sé.
A ver que hago yo ahora. Cómo se lo cuento.
Piensa... Esta cabeza me tiene que servir para algo más que para lucir tan buenos pelos, digo yo.
Bueno, veamos. Me presento en su casa y se lo cuento... -mira Mari que te quería decir...- No, a mi mejor amiga no le puedo soltar una cosa así de sopetón, le va a dar algo. ¿Y si nos encontramos, de casualidad y... -¿Mari?, querida, cuanto tiempo, dame un besito, cuentame ¿qué es de ti? oye no te has enterado de lo del otro día...- Tampoco, suena un poco hipócrita, darle un besito para luego largarle semejante historia...
Puede que la llame y la invite a tomar café..., si, lo del café es muy recurrente y a nosotras nos inspira y prepara el ambiente para los grandes cotilleos.
 !Oh¡, desde luego este cotilleo es para café, copa y tertulia.
Cuando se lo cuente...

martes, 18 de mayo de 2010

¿Un paseito?

Camina, no tengas miedo. Pisa fuerte, que el suelo sepa por donde pasas. Acelera el paso, con el sudor se irá tu rabia, y deja atrás tu impotencia. Desafía al viento pero que nadie lo note, echale coraje pero disfrazalo con un toque de distinción.
¿Cómo?
No es difícil, camina erguido, los hombros atrás, con paso largo y la cabeza alta. Eso si, no mires a nadie por encima del hombro, eso no se hace. Desafiate a ti mismo no a los demás. Sé parte del cielo que amenaza lluvia, sigue caminando con la cabeza erguida, sé humilde y deja que la lluvia limpie tu cara.

miércoles, 5 de mayo de 2010

La casa

Anoche tuve un sueño extraño.
Soñé que caminaba por el campo hacia un lugar que conocía pero al que hacía tiempo que no iva. No tenía la sensación de estar perdida pero no llevaba un rumbo concreto. Después de un rato caminando encontré un sendero, lo reconocí enseguida, era el camino que llegaba a la casa. Decidí ir hacia allí y seguí paseando, no tenía prisa, quería disfrutar del paseo y de todo lo que me rodeaba. Desde luego el paisaje era bello y conforme avanzaba me parecía más hermoso, sabía que al final del camino encontraría la casa.
Y llegué a ella, allí estaba grande, alegre, hermosa. Había luz en las ventanas y decidí entrar. Al llegar a la puerta sentí frío pero no hice caso e intenté abrirla pero no pude, probé con la llave pero tampoco. Sentí una angustia inmensa era inexplicable la sensación de miedo, dolor y pena. mi corazón se rompió de un golpe se pudo oír el chasquido como cuando se rompe un hueso. Desesperada corrí a las ventanas, las golpeaba y te llamaba "estoy aquí, ¿no me ves?, abre la puerta, quiero entrar, ¿qué te pasa, no me ves?". Insistí pero cuanto más llamaba más frío sentía. Pensé que si era capaz de entrar podría encender la chimenea para que se calentara la casa pero mi insistencia no sirvió de nada. Ni siquiera te asomaste para ver quién llamaba. Entonces rompí a llorar como hacía mucho tiempo que no lloraba, sentí el escozor de las lágrimas corriendo por mi cara y el dolor del pecho se subió a la garganta hasta que salió en un grito que dolía más todavía. Lloré y lloré y la desesperación me hizo sentir la muerte.
Después de un rato se levantó una brisa cálida y suave con agradable olor a flores, era como una caricia y un beso de mi madre, que me hizo mirar hacia otro lado y allí estaba el camino que volvía a aparecer ante mi pero que me llevaba en otra dirección.